Tegucigalpa – El fervor religioso se hizo presente este Domingo de Resurrección en diferentes puntos de Honduras, donde miles de fieles católicos participaron en las tradicionales «carreritas» para anunciar que Cristo ha resucitado, marcando así la culminación de la Semana Santa.
En Tegucigalpa, la capital del país, desde las primeras horas de la mañana los devotos se congregaron para unirse a esta expresión de júbilo colectivo. Las conocidas «carreritas de San Juan» representan un momento de especial alegría para la feligresía católica, que celebra de esta manera el fin del Triduo Pascual tras la confirmación de la resurrección de Jesús según la tradición cristiana.
«Es una tradición que llevamos en la sangre, algo que nos han enseñado nuestros padres y abuelos», comentó María Girón, una participante de 67 años que no ha faltado a esta celebración en las últimas cinco décadas.
Una tradición con raíces coloniales

Esta práctica religiosa, profundamente arraigada en la cultura hondureña desde los tiempos de la conquista española, continúa siendo una de las expresiones más vívidas de la fe católica en el país. Las «carreritas» simbolizan el entusiasmo de los discípulos al conocer la noticia de la resurrección de Cristo y constituyen un momento de transición entre el recogimiento de la Semana Santa y la alegría pascual.
En diversos municipios como Santa Rosa de Copán, Comayagua y Danlí, entre otros, se replicaron escenas similares, donde familias enteras participaron de esta tradición que se transmite de generación en generación.
Balance agridulce del período vacacional

La culminación de la Semana Santa también marcó el final de un período vacacional que dejó un balance agridulce para las autoridades. Mientras muchos hondureños dedicaron estos días a actividades religiosas y familiares, otros optaron por desplazarse a distintos destinos turísticos del país.
Lamentablemente, este período festivo no estuvo exento de incidentes, registrándose varios accidentes de tránsito y decesos por ahogamiento en diferentes puntos del territorio nacional, situación que empañó parcialmente las celebraciones.
No obstante, la devoción popular prevaleció y las iglesias reportaron una importante asistencia a las ceremonias religiosas del Domingo de Resurrección, confirmando la vigencia de estas tradiciones en la sociedad hondureña contemporánea.