Tegucigalpa – La aprobación en la Cámara de Representantes estadounidense del controvertido impuesto del 3.5% a las remesas enviadas por inmigrantes indocumentados ha generado una ola de preocupación entre expertos hondureños, quienes advierten que la medida golpeará directamente a más de un millón de hogares que dependen de estas transferencias para su supervivencia diaria.
El economista Ismael Zepeda fue contundente al señalar que «cualquier imposición a las remesas de EEUU significa un impacto negativo a los países receptores». Para Honduras, donde se proyecta que en 2025 el país reciba más de 10 mil millones de dólares en remesas —equivalentes a más del 25% del Producto Interno Bruto—, las consecuencias podrían ser devastadoras.
Más allá de las cifras: el drama humano
Sin embargo, los especialistas enfatizan que el impacto trasciende los números macroeconómicos para convertirse en una amenaza directa al tejido social hondureño. «No se trata solo de números. Se trata de abuelos que dependen de ese dinero para sus medicinas, de madres solteras que alimentan a sus hijos con lo que les mandan sus familiares desde el norte, de jóvenes que pueden seguir estudiando gracias a ese sustento», coinciden los expertos consultados.
El abogado laboralista Germán Leitzelar reconoció una realidad incómoda: aunque las remesas no constituyen una herramienta de crecimiento estructural, han sostenido durante años a una parte significativa del país ante la ausencia de políticas públicas efectivas. «La economía camina porque hay circulante, y ese circulante viene en buena parte del sacrificio de nuestros migrantes», afirmó.
Consenso en el rechazo
El Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP) calificó la medida como «un golpe directo a las familias más vulnerables», recordando que más de un millón de hogares hondureños dependen de las remesas para sobrevivir. Esta posición ha encontrado eco en diferentes sectores del país, incluyendo al gobierno.
Desde el Ejecutivo, el secretario de Trabajo, Javier Fernández, alertó que el impuesto podría frenar el flujo millonario que no solo sostiene el consumo interno, sino que evita que muchos hondureños caigan en la pobreza extrema. Su advertencia subraya cómo estas transferencias funcionan como una red de protección social informal pero crucial.
Consecuencias económicas profundas
Los economistas han identificado múltiples riesgos asociados con la implementación del impuesto. Walter Romero lo definió como «un gravamen moledor», mientras que Roberto Lagos advirtió sobre consecuencias que incluyen distorsión económica, caída de las reservas internacionales y el surgimiento de canales informales para el envío de dinero, lo que podría facilitar actividades ilícitas.
Esta última preocupación es particularmente relevante, ya que podría empujar a los migrantes hacia sistemas de transferencia no regulados, complicando el control cambiario y reduciendo la transparencia en los flujos financieros.
Llamados a la acción diplomática
El vicepresidente del Congreso Nacional, Hugo Noé Pino, consideró urgente «hacer conciencia en Estados Unidos» antes de que la propuesta avance al Senado, donde aún existe la posibilidad de modificaciones o incluso rechazo de la medida.
Los analistas han sido especialmente enfáticos sobre el componente humano de esta crisis potencial. «Las remesas no solo pagan la comida del día; sostienen la esperanza de miles de hondureños que, a falta de empleo o servicios públicos de calidad, encuentran en el envío de sus seres queridos en el extranjero un salvavidas», remarcan.
El rostro humano de una crisis económica
Los sociólogos han ido más allá en sus advertencias: «Este impuesto, si se aprueba, no solo vaciará los bolsillos de las familias hondureñas. Puede vaciar sus mesas, sus aulas y sus centros de salud». Esta reflexión captura la dimensión multidimensional del impacto potencial.
Los expertos insisten en que el daño no sería únicamente económico, sino profundamente humano. «Cuando las remesas dejan de llegar, lo que se pierde no es solo dinero, sino el sustento, la dignidad y muchas veces, la única posibilidad de ir subsistiendo sin ningún otro ingreso que permita un futuro mejor», concluyen.
La medida, que aún debe ser aprobada por el Senado estadounidense, ha puesto en evidencia la extrema vulnerabilidad de la economía hondureña ante decisiones políticas externas, así como la urgente necesidad de desarrollar estrategias de crecimiento económico que reduzcan la dependencia de las remesas familiares.