Tegucigalpa – Honduras enfrenta una preocupante militarización del discurso político que está transformando a las Fuerzas Armadas de una institución subordinada al poder civil en un actor político de peso, con alarmantes manifestaciones de intolerancia hacia la crítica periodística independiente, según denuncian comunicadores y analistas del país.
Lo que debería constituir una institución dedicada exclusivamente a la defensa nacional y subordinada a las decisiones democráticas, hoy parece comportarse como un brazo armado del oficialismo, dispuesto no solo a blindar políticamente a figuras gubernamentales sino también a intimidar voces incómodas del periodismo independiente, advierten observadores especializados.
La reciente confrontación con el Colegio de Periodistas de Honduras (CPH), desatada por un editorial oficial que calificó a comunicadores como «sicarios de la comunicación», ha desnudado lo que expertos califican como una preocupante deriva autoritaria. En esta dinámica, la institución castrense se lanza a una guerra discursiva para proteger intereses político-partidarios en lugar de velar por la institucionalidad y el respeto a los derechos fundamentales.
El CPH y destacados comunicadores denunciaron este lunes lo que consideran una campaña sistemática de intimidación desde la cúpula de las Fuerzas Armadas, luego de los contundentes discursos pronunciados durante la ceremonia de entrega del premio Álvaro Contreras 2025, máximo reconocimiento del gremio periodístico hondureño.
«Tanto dolió, caló e incomodó en el poder nuestros discursos… Seguimos firmes», expresó el periodista Dagoberto Rodríguez, galardonado con el prestigioso reconocimiento, quien advirtió que sus palabras parecen haber provocado represalias institucionales de carácter intimidatorio.
Rodríguez elevó la gravedad de sus denuncias al señalar públicamente al general Roosevelt Hernández, jefe del Estado Mayor Conjunto, como responsable directo de cualquier amenaza o daño contra su integridad y la de su familia. «Lo denuncio públicamente como responsable de cualquier amenaza o daño contra mi integridad y la de mi familia», declaró el comunicador.
Además, el periodista apuntó directamente hacia la ministra de Defensa y aspirante presidencial por el partido oficialista Libre, Rixi Moncada, como la fuente de las directrices que orientan las acciones del alto mando militar. Según Rodríguez, de Moncada «emanan todas las directrices que obedece el general y el alto mando de las Fuerzas Armadas».
Esta situación plantea interrogantes fundamentales sobre el estado de la democracia hondureña. Como cuestionan diversos periodistas: «¿Estamos frente a una política abierta del Estado contra la prensa, los medios y la libertad de expresión?».
El comportamiento de las Fuerzas Armadas hondureñas contrasta dramáticamente con los principios democráticos que establecen la subordinación militar al poder civil y el respeto irrestricto a los derechos fundamentales, incluyendo la libertad de expresión y el derecho a la información que ejercen los periodistas.
Para analistas consultados, esta deriva representa un retroceso institucional que recuerda épocas autoritarias donde los militares fungían como guardianes de determinados intereses políticos en lugar de ser defensores de la Constitución y las instituciones democráticas.
La utilización de terminología bélica para describir el trabajo periodístico—como «sicarios de la comunicación»—revela una mentalidad que percibe a la prensa crítica como enemiga a combatir en lugar de como un componente esencial del sistema democrático cuya función fiscalizadora debe ser respetada y protegida.
El episodio ocurre en un contexto electoral donde la ministra Moncada busca la presidencia de la República, lo que agrega una dimensión político-partidaria a las tensiones entre el estamento militar y el periodismo independiente, sugiriendo un uso instrumental de las Fuerzas Armadas para fines electorales.
La situación exige una reflexión profunda sobre el rumbo institucional de Honduras y el respeto a las libertades fundamentales que caracterizan a las democracias modernas, especialmente en un momento donde el país se prepara para definir su futuro político en las urnas.