Tegucigalpa – Honduras registró este martes una jornada particularmente violenta con cinco personas asesinadas y múltiples heridos en hechos criminales distribuidos en cuatro departamentos, reflejando la diversificación de modalidades delictivas que mantienen al país con un promedio de siete homicidios diarios según el Observatorio de la Violencia de la UNAH.
En Juticalpa, Olancho, sicarios asesinaron al motociclista Nathanael Fernando Bográn en el sector Las Parras, víctima que según información extraoficial habría pertenecido a las Fuerzas Armadas de Honduras, sumándose a la lista de exmilitares que han sido objeto de ataques dirigidos en el departamento oriental.
El departamento de Yoro registró otro homicidio cuando Jairo Rodríguez, de 25 años, fue perseguido y asesinado por sujetos no identificados en Olanchito, cuyo cuerpo quedó tendido en una calle de la colonia Ponce tras la persecución que evidenció premeditación criminal en el ataque.

La capital hondureña fue escenario del crimen múltiple más impactante de la jornada cuando sicarios acribillaron a balazos una mototaxista que transportaba al conductor Ángel Daniel Ochoa Reyes, de 22 años, junto a una mujer no identificada. La pasajera falleció posteriormente mientras era trasladada a un centro asistencial, convirtiendo el ataque en doble homicidio.
La escena del crimen capitalino se vio marcada por el dolor de familiares que llegaron buscando explicaciones. «Por qué pasa esto en Honduras, dónde está la seguridad de este país, a la gente que trabaja, la matan, le tenemos miedo a la autoridad», cuestionó entre lágrimas la tía de la víctima, expresando la frustración ciudadana ante la inseguridad persistente.

En Choluteca se registró un enfrentamiento armado que dejó cuatro personas heridas cuando una familia que viajaba en camioneta negra fue interceptada por sicarios motorizados en la salida hacia Santa Ana de Yusguare. El ataque provocó la reacción del padre de dos de las víctimas, quien al ver a sus hijas heridas extrajo su arma y disparó contra uno de los agresores.
«¡Mató a mi hija! La mató, ¿No mira a mi hija cómo está?», exclamó el padre después de disparar contra el presunto sicario, en una escena que evidenció tanto la desesperación familiar como la justicia por mano propia que caracteriza territorios donde la presencia estatal es limitada.
San Pedro Sula registró el episodio más complejo cuando al menos siete individuos vestidos de médicos intentaron asaltar un autolote en el centro de la ciudad, desencadenando un enfrentamiento que dejó un guardia muerto y otro en estado crítico. Jimy Edgardo Hernández murió en el hospital, mientras que Wilmer Hernández se debate entre la vida y la muerte.

Los asaltantes, que utilizaron disfraces médicos para aproximarse al objetivo, abrieron fuego contra guardias y empleados, pero enfrentaron resistencia armada que los obligó a huir. Se presume que uno de los atacantes también resultó herido durante el intercambio de disparos que evidenció el nivel de preparación y armamento de los grupos criminales.
La modalidad del disfraz médico utilizada en San Pedro Sula representa una escalada en la sofisticación criminal, utilizando uniformes que generan confianza para ejecutar ataques, una táctica que incrementa la vulnerabilidad de establecimientos comerciales y la desconfianza ciudadana hacia personal sanitario legítimo.
Los cinco homicidios registrados en un solo día representan más del 70% del promedio diario nacional, concentrando en 24 horas una muestra representativa de las diferentes expresiones de violencia que afectan al país: sicariato dirigido, persecuciones criminales, ataques a transporte público, enfrentamientos familiares y asaltos comerciales frustrados.
La distribución geográfica de los hechos criminales abarca desde departamentos tradicionalmente violentos como Olancho hasta zonas urbanas consolidadas como San Pedro Sula, evidenciando que la inseguridad trasciende fronteras departamentales y afecta tanto áreas rurales como centros económicos del país.