Tegucigalpa – La pasión olimpista se desbordó por las principales arterias de Honduras tras la conquista de la copa número 39 en la historia del club más laureado del país. Los «leones» blancos demostraron una vez más por qué son los reyes indiscutibles del fútbol nacional al coronarse campeones del torneo Clausura de la Liga Nacional con un contundente 6-2 en el marcador global ante el Real España.
El estadio Nacional Chelato Uclés se convirtió en una caldera merengue, custodiado por miles de aficionados que llegaron desde todos los rincones del país para ser testigos de esta nueva página dorada en la historia olimpista. Pese a llevar ventaja del primer encuentro, los dirigidos por Pedro Troglio disputaron esta final con la mentalidad de guerreros, sin retroceder un centímetro y buscando constantemente el arco rival hasta conseguir el marcador que los consagraría campeones.
La celebración no se hizo esperar. Tras presenciar la emotiva entrega de la copa en el gramado del Nacional, la marea blanca se volcó hacia el emblemático Bulevar Morazán en la capital, transformando la principal arteria en un río de banderas, cánticos y júbilo desbordante que se extendió hasta altas horas de la madrugada.
La fiesta olimpista trascendió fronteras departamentales. En San Pedro Sula, bastión tradicional del olimpismo en el norte del país, los seguidores merengues se apoderaron de la Avenida Circunvalación, convirtiendo la zona en una verbena popular donde se celebraba que el Club Olimpia había obsequiado a su fiel hinchada la ansiada copa 39.
«Estamos muy contentos, emocionados, agradecidos con Dios por esta alegría que nos está dando de haber podido conquistar este nuevo campeonato», expresó Rafael Villeda, presidente del Club Olimpia, quien destacó que el cuadro blanco «sigue haciendo historia» en el fútbol hondureño.
El directivo merengue reconoció que «la jornada final nunca es nada fácil», pero subrayó la confianza que siempre tuvieron en las capacidades del plantel: «Siempre confiamos en la capacidad de los muchachos y las decisiones del cuerpo técnico que iban a lograr este resultado».
Con esta nueva corona, el Olimpia reafirma su hegemonía en el balompié nacional y mantiene su estatus como la institución más exitosa de Honduras, consolidando un legado que trasciende generaciones y mantiene viva la pasión de una hinchada que una vez más pudo gritar campeón en las calles de todo el país.
La celebración olimpista se extiende a lo largo y ancho del territorio nacional, donde los colores blanco y azul ondean orgullosos recordando que en Honduras hay un solo rey del fútbol, y ese rey viste de merengue.