Tegucigalpa, Honduras – Con profundo pesar, se anuncia el fallecimiento de Cresencio Arcos, una figura destacada en la diplomacia estadounidense y un gran amigo de Honduras. Se le recuerda su frase que la justicia hondureña solo muerde a los descalzos. Arcos, quien se desempeñó como embajador de Estados Unidos en Honduras de 1989 a 1993, deja un legado significativo en el ámbito de las relaciones internacionales y la seguridad hemisférica.
Arcos fue un diplomático de carrera con una extensa trayectoria en el Servicio Exterior de Estados Unidos, incluyendo destinos en Bélgica, Portugal, Brasil, la Unión Soviética (Rusia) y Honduras. Su compromiso con el servicio público lo llevó a ocupar cargos de alta relevancia, como Subsecretario de Asuntos Internacionales en el Departamento de Seguridad Nacional de EE. UU. (2003-2006) y Subsecretario de Estado Adjunto Superior para Narcóticos y Aplicación de la Ley Internacional (1993-1995).
Además de su distinguida carrera diplomática, Arcos fue un reconocido consultor y asesor principal del Centro de Estudios Hemisféricos de Defensa en la Universidad Nacional de Defensa. También aportó su vasta experiencia en el sector privado, fungiendo como vicepresidente y director general de Asuntos Públicos Internacionales para América Latina y Canadá en AT&T Corporation.
A lo largo de su vida, Cresencio Arcos fue un miembro activo y respetado de diversas organizaciones y consejos, incluyendo el Council on Foreign Relations, The Atlantic Council y el Council of the Americas, entre muchos otros. Su dedicación al diálogo interamericano, la política pública y la filantropía, como su labor en la junta de Save the Children y la Fundación Panamericana para el Desarrollo, demuestran su compromiso con el bienestar y el desarrollo de la región.
Arcos obtuvo su licenciatura de la Universidad de Texas en Austin y una maestría de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados Paul H. Nitze de la Universidad Johns Hopkins, lo que cimentó su profunda comprensión de los asuntos globales. Su partida representa una gran pérdida para la comunidad diplomática y para todos aquellos que tuvieron el privilegio de conocerlo y trabajar con él. Su legado de servicio, dedicación y conocimiento perdurará.