Tegucigalpa – El estadio Nacional José de la Paz Herrera fue testigo de una noche mágica para el olimpismo hondureño. Los merengues demolieron 4-1 al Real España en una final del Torneo de Clausura 2025 que quedará grabada en letras doradas en la historia del fútbol nacional, conquistando un nuevo título que confirma su hegemonía en el balompié catracho.
La fiesta comenzó temprano en las graderías del coloso capitalino, que vistió sus mejores galas con un lleno espectacular. La fiel afición olimpista se había congregado desde las primeras horas de la tarde, convirtiendo el recinto en una caldera blanca que presagiaba una noche de gloria.
José Pinto fue el arquitecto del primer capítulo de esta sinfonía merengue. A los 16 minutos, el delantero olimpista rompió el cero con una definición que encendió las tribunas y puso en ventaja a los dirigidos por Pedro Troglio, quienes desde ese momento comenzaron a acariciar el título.
El Real España, fiel a su tradición combativa, no se dio por vencido y encontró la igualdad al minuto 38 por intermedio de Bryan Moya, quien silenció momentáneamente la algarabía olimpista con un golazo que establecía el 1-1 y devolvía la emoción a la final.
Sin embargo, la respuesta alba fue inmediata y contundente. Apenas dos minutos después, Julián Martínez aprovechó un error del experimentado arquero «Buba» López para conectar un cabezazo letal que devolvía la ventaja a los merengues y mandaba a los aficionados olimpistas al delirio con el 2-1 que se mantendría hasta el descanso.
La segunda mitad fue una exhibición de poder ofensivo del Olimpia. Jerry Bengtson, el histórico goleador merengue, selló el 3-1 con una anotación que tenía doble significado: además de prácticamente asegurar el campeonato, marcaba su gol número 201 en la Liga Nacional, consolidando aún más su leyenda en el fútbol hondureño.
El broche de oro llegó al minuto 78 de la mano de Michael Chirinos, quien con el 4-1 final no solo certificó la goleada sino que desató la fiesta definitiva en las graderías del Nacional. El estadio se transformó en un mar de banderas blancas mientras los jugadores olimpistas comenzaban a celebrar un título que habían dominado de principio a fin.
Esta conquista reafirma el poderío del club más laureado de Honduras, que una vez más demuestra por qué es considerado el gigante del fútbol nacional. Con esta corona, el Olimpia suma un nuevo capítulo a su rica historia y confirma que en las grandes citas, los merengues siempre aparecen para brillar.
La noche del Nacional quedará para siempre en la memoria olimpista como una de esas veladas mágicas donde todo sale perfecto, donde los héroes emergen cuando más se les necesita y donde la pasión de una hinchada encuentra su recompensa en forma de campeonato.
