Tegucigalpa, Honduras – El Congreso Nacional protagonizó una jornada de alta tensión política que evidenció tanto las fracturas internas de la oposición como las maniobras estratégicas del oficialismo para controlar la agenda legislativa. La aprobación del acta parlamentaria pendiente desde el 7 de mayo se resolvió mediante el controversial uso del voto doble del presidente Luis Redondo, quien desempató una votación que registró 57 votos a favor y 57 en contra según la pantalla oficial del canal legislativo.
La ausencia estratégica de 14 diputados opositores permitió al oficialismo crear las condiciones para el empate que habilitó la intervención presidencial decisiva. Sin embargo, las fisuras más evidentes se manifestaron dentro de la propia bancada nacionalista, donde la disciplina parlamentaria colapsó por llegadas tardías que alimentaron sospechas de coordinación interna con el oficialismo.
Los reclamos más duros provinieron de los propios diputados nacionalistas presentes, quienes cuestionaron abiertamente la sinceridad de sus compañeros ausentes. Jorge Zelaya expresó su frustración con dureza: «El problema es que nunca están a la hora, éstos creen que uno es tonto, hay algo de fondo. Poner excusa del tráfico o que tienen parientes enfermos, es lamentable. Unos llegaron ahogados, es paja ombe».
La sospecha de arreglos internos se intensificó cuando Zelaya reveló detalles específicos sobre arribos posteriores a la votación: «Se salieron con la suya, a veces no quisiéramos dudar… hubo dos compañeras que ingresaron como locas (Tania Pinto y Gladys Zelaya). Desde temprano le avisé a Tommy (Zambrano) que Redondo estaba en la Cámara». Esta declaración sugiere que existía información previa sobre la sesión pero algunos diputados no respondieron a la convocatoria táctica.
Alberto Chedrani se sumó a las críticas contra sus compañeros de bancada, evidenciando una fractura interna que trasciende diferencias ideológicas para manifestarse en cuestionamientos sobre lealtad y compromiso político. La presencia de solo 32 de los 43 integrantes de la bancada nacionalista en una votación crítica confirma la descoordinación opositora que facilita las maniobras oficialistas.
El episodio ilustra la efectividad de la estrategia de Redondo de crear condiciones para ejercer su voto doble, aprovechando tanto las ausencias opositoras como las divisiones internas de la bancada nacionalista. Esta táctica convierte cada sesión parlamentaria en una batalla de asistencias donde la disciplina partidaria determina el control de la agenda legislativa, mientras las sospechas de arreglos internos erosionan la confianza dentro de la propia oposición política.